El salón estaba lleno y la presencia
de Ludovica iluminó la habitación en la que nos encontrábamos. Era imposible
dejar de sentir ese halo mágico que iba dejando a su paso y con el cual
nos atrapó a todos los presentes. Su figura delgada, su cabello lacio y
negro enmarcando su rostro de
aristócratas facciones, su elegante vestimenta y unos anteojos en forma de
mariposa llenos de pedrería me hicieron recordar los que se usaron en la época
de los hippies por allá por los años sesentas, pero se veía tan bien que no
pude menos que sentir admiración por esta bella y enigmática mujer que con su
porte principesco logró despertar aún más mi curiosidad y excitación.
Su voz clara y nítida llenó los
espacios vacíos y comenzó su plática hablándonos de la transmutación, del
movimiento constante de la naturaleza, de la
energía que fluye a través de tiempo y espacio, de la innegable conexión de todo esto con los astros,
con el universo y finalmente.. con Dios. Fue maravilloso escucharla, ese día,
se abrió ante mis ojos un nuevo horizonte; lejano, misterioso, filosófico y
poético, y es por esto que en este artículo he querido compartir con ustedes
una pequeña parte de ese mundo tal vez incomprensible para occidente, que
encierra de manera perfecta, milenios de sabiduría legados por la cultura
oriental en el zodiaco de los 12 animales.
Como tratar de comprender el
pensamiento oriental sería una tarea casi imposible, sí quisiera cuando menos
señalar los principios básicos que separan el Horóscopo Chino con la Astrología
occidental.
Para empezar, el zodíaco chino está
representado por 12 animales ubicados como relató Chela Bracho en su libro de
1992, en el mismo orden en que acudieron al llamado de Buda. De esta manera
tenemos en primer lugar a la rata, que gracias a su astucia de montar al Búfalo
sobre su lomo y hacer todo el recorrido descansadamente hasta encontrarse cerca
del lugar de la cita, para luego salir disparada y llegar muy fresca a recibir
instrucciones y ser felicitada por su presteza al haber llegado antes que
nadie. Después, llegaron el Búfalo, el Tigre, el Gato, el Dragón, la Serpiente,
el Caballo, la Cabra, el Mono, el Gallo, el Perro y el Jabalí. (Buda “El hombre
despierto”, “al que se han otorgado todos los conocimientos”) procedió a
entregarles a cada uno, su propio reino.
Otra diferencia que encontramos, es
que el sistema astrológico chino está basado en el ecuador celeste y no en la
eclíptica. Los cambios de dinastías introdujeron varias reformas en dicho
sistema, cambiando totalmente conceptos y doctrinas. Existen 28 divisiones o
“sieu”, repartidas en cuatro grupos: Palacio Oriental, Palacio Septentrional,
Palacio Occidental y Palacio Meridional, que representan cada uno los puntos
cardinales, donde las estaciones están perfectamente definidas por los ciclos
lunares. Cada palacio cardinal tiene un animal y un color simbólico. Primavera:
Dragón verde. Verano: Pájaro rojo, Otoño: Tigre blanco. Invierno: Tortuga
negra. Un quinto Palacio, llamado Central, corresponde a la región polar,
símbolo de lo Absoluto, El gran todo o “Tao”, centro iniciático.
Cada signo chino dura un año, así es
que no es importante saber el mes, sino el año de nacimiento. Los años lunares
no tienen la misma duración ni empiezan un día exacto, porque se inician con la
primera Luna nueva. Siempre existe una diferencia de días con respecto al año
solar y cada 12 años hay uno con 13 lunas (en vez de 12), que es considerado
nefasto.
Otra de las grandes diferencias con
la astrología occidental, es que en oriente existen cinco elementos o agentes,
en vez de cuatro, que son: madera, fuego, tierra, metal y agua, que interactúan
en acción continua y representan las fuerzas del Yin (Símbolo de la Luna, de lo
femenino, frío, oscuro y oculto) y el Yang (Representa al Sol, lo masculino,
caliente y luminoso). Estas dos fuerzas, que a la vez se complementan y
producen explican para los Chinos el
principio de la formación del Universo.
Y así, bajo este marco, de 12 animales, 5 elementos
y años lunares, es como en el oriente se aprendió a ver al Ser Humano
totalmente integrado a la armonía universal: es un microcosmos en el
macrocosmos.
Como dato curioso, y basándose en la
influencia lunar, es que Chela menciona en su libro lo comprensible y revelador
de que China, el país más poblado del mundo, tenga una astrología lunar, pues
entre nosotros la Luna representa a la madre, que aquí se muestra bastante
prolífica. La Luna, en occidente, es la imaginación y ésta ha sido siempre la
característica de este pueblo, que en su inicio fuera también un matriarcado.
De esta manera entonces encontramos
que la astrología china es totalmente opuesta a la occidental y tan distinta
como el día a la noche, pero ¿Pero para que seguir tratando de comparar lo
incomparable?, ¿De buscar las diferencias entre una y otra? ...simplemente la
Astrología China es la China y la Occidental la occidental, son y existen de
manera independiente y caminan paralelamente y de forma complementaria la una
de la otra.
Chela Bracho relata un cuento que
les permitirá asomarse un poco a la percepción tan diferente de la vida y del
destino que tienen Oriente y Occidente:
Un tigre atemorizaba constantemente
un pueblo de pastores, devorando corderos y asolando los rediles. Una noche los
habitantes sorprendieron a la fiera en el momento en que daba cuenta de unos
corderos y la mataron. Se trataba de una hembra que dejó huérfano a un
cachorrito encantador e indefenso que, aterrado se escondió entre la mamá de
una oveja. Todos, pastores y corderos, adoptaron a la fiera, la cual, al crecer
en el aprisco, se comportó como un cordero. Balaba con los demás, pacía la
hierba de los prados, huía cuando caía la noche.
Tiempo después apareció en la
comarca otro tigre, que sembró el terror entre los habitantes. Y el pequeño
tigre baló plañideramente con los otros corderos, temblando de pies a cabeza.
Este nuevo tigre era muy temible. La
noche en que se abalanzó sobre el aprisco, fue la hecatombe. Y cuál no sería su
sorpresa al descubrir a su pequeño congénere, enloquecido, escondido en la paja
y balando de una manera que partía el alma.
Gran Tigre cogió al pequeño tigre
entre sus fauces y se lo llevó a la jungla. “ Be.... Be...” gemía lúgubremente
el cautivo. Gran Tigre lo condujo entonces a pequeño tigre a la orilla de un
lago y le mostró su imagen en el agua “¡Mira lo que eres realmente!”.
El pequeño, aterrado, vio de pronto
dos tigres en lugar de uno. Cada vez estaba más asustado. Entonces, Gran tigre
lo arrastró a su guarida y lo colocó entre los restos de sus víctimas. Allí le
sumergió la cabeza en un cuarto de carne fresca. Pequeño tigre sintió una
extraña comezón en el hocico, un estremecimiento de excitación en la raíz del
bigote. Empezó a lamer la sangre de las presas, y algo sorprendente y exaltante
surgió lentamente del fondo de sus entrañas. Fue su primer rugido. Finalmente
ya no era el mismo.
Esta historia tiene varios niveles
de lectura de interpretación, pero nos lleva a la convicción de que no puede
existir una plenitud auténtica si no es a través de una plena adhesión al papel
que la naturaleza y las condiciones sociales nos han otorgado.
En oriente, pertenecer a un signo en
específico es determinante, el nativo se adapta y acepta humildemente su
destino como si tuviera que aprenderse el guión de un personaje, y representa
el papel que le toca vivir.
En occidente, contamos con el libre
albedrío y elegimos, según nuestras posibilidades, el mejor camino.
Interesante ¿No creen?, si quieren
seguir aprendiendo del horóscopo Chino que en sí es más una filosofía de vida,
que una ciencia astrológica les recomiendo leer los libros que publica
anualmente Ludovica Squirru y que puedes encontrar en las principales
librerías.
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